Dar por hecho
Das por hecho que estás sano. Tal vez tienes algunos achaques pero quién no (piensas).
Das por hecho que vives en un país en paz, con unos derechos, con una sanidad pública, con educación pública, con derecho a vacaciones en verano. Te sabes tus derechos.Tienes biblioteca.
Tus hijos dan por hecho que pueden ir a la piscina en verano, tal vez hasta la tienen debajo de casa en eso que llaman ahora «la urba». A veces hasta te dicen que están ya muy cansados de piscina y tú montas en cólera.
¡¡¡¿Cómo?!! Si tú con suerte de pequeño fuiste a la piscina en contadas ocasiones y era el día más festivo del verano, casi igual que cuando te escapabas en bici al pantano.
Tus hijos dan por hecho que pueden elegir su ropa porque tienen para elegir, no como tú que tenías el vestido de los domingos y para de contar. Ese que te tenía que durar varias temporadas, que incluso se remendaba o se sacaba el bajo.
Tus hijos dan por hecho los lápices de colores, el colacao de cada mañana. Los helados. La calefacción. Netflix y Amazon. Tú recuerdas el brasero, la estufa de gas, la mesa camilla, Barrio Sésamo. La 1, porque La 2 no la trabajabas mucho.
Das por hecho que no vas a vivir entre basura, que tus calles van a estar limpias, que tienes bancos y farolas.
Das por hecho que te puedes duchar con agua clara. Tu madre acarreaba cántaros de agua para “bañarse” una vez a la semana. También llegó a lavar ropa en el arroyo. En serio.
También fregaba los suelos de rodillas. Das por hecho la fregona, qué absurdo ¿verdad?
Vivimos en la tiranía del dar por hecho.
Pero no. No, no. Nada es eterno, ni siquiera nosotras como diría Sol Aguirre de @lasclavesdesol.
Así que, si puedes, vuelve a sorprenderte, a agradecer y a crear aquello que no se ve. Y da ejemplo. Así tus hijos darán por hecho que esta vida va de sorprenderse, de extasiarse, de respetar, de defender lo conseguido, de inventar, de crear (siempre).