Sobre dinosaurios a extinguir
Cuando despertó el dinosaurio estaba allí: con su mensaje maloliente en la bandeja de mail.
Elisa estaba segura de que el hedor era lo que la había sacado de su sueño «a punto de
orgasmo» con Álex González.
(Por cierto, abramos paréntesis, ese hombre hace orgasmos de voz, dictándote la lista de la
compra).
Un dinosaurio, según la RAE (la Real Academia de la Lengua de Elisa) es toda persona que, sin importar sexo, edad o condición, tiene aire de importancia, que no importante, y se pasa el día moviendo documentos como si estuviera operando a corazón abierto, dejando un rastro «rollo slime» de destrucción de autoestima a su paso.
Los dinosaurios tienen por costumbre soltar improperios y órdenes, utilizando mayúsculas, por si el otr@ es sord@ visual y, por supuesto, nunca incluyen los mantras de educación básicos: Buenos días, gracias y por favor.
La verdad es que Elisa ya estaba hasta las mismísimas o hasta el moño con c, de aguantar día sí y día también esa mala educación virtual.
Así que tecleó en Google: “extinción dinosaurios”. Y encontró lo que todo el mundo sabe, que
la extinción de los dinosaurios sucedió gracias al choque de un asteroide, una estrella, que hizo
el mundo inhabitable para estos «animalitos».
Así que Elisa hiló filo. Muy fino.
Y pensó que la única solución para acabar con toda esa panda de dinosaurios grises pasaba por reventar su mundo con luz como puñeteras estrellas, manteniendo los buenos días y las buenas tardes, «con dientes, dientes que es lo que les jode», mientras actualizaba su CV y explicaba sus poderes ocultos.
Y es que ningún dinosaurio debería subestimar el poder de una mujer que se ha quedado a medias, porque puede ser el animal en no extinción más peligroso, salvaje y luminoso que pueda existir.
(Álex, sigue dictando por favor).