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Bonito madrugón

Cada uno tiene su propia definición del éxito o de lo que significa la plenitud.
Me quedo con aquella que lo define como «estar (en cuerpo y alma) donde quieres estar».

Llego derruida subida a mis tacones y a última hora del día a la librería Amapolas en Octubre. Da igual cuántas personas haya, muchas pocas o ninguna, siempre hay una palabra y una sonrisa.

Me encuentro con la librera de éxito y de moda de los últimos tiempos, Laura, que es pura piel y alma. También es el final de su día, por eso su mirada está cansada pero mantiene la belleza de su chispa. Ese motor…

Pienso en ella hoy y, como hago muchas veces al sentarme en una cafetería y mirar a las personas de alrededor, me imagino y me invento un poco su vida.

Ayer viajó a dar una charla sobre su último libro a otra ciudad. La veo con su maleta minimal porque, no como yo, ella sí sabe hacer un buen equipaje, coger lo que necesita y ponerse en marcha. Sin mirar atrás. Ya lo ha hecho más veces.
Imagino sus nervios antes del encuentro y ese momento de «¿está también soy yo?». Invento (y acierto seguro) su alegría con el abrazo a sus letras de tantos lectores.

¡Qué suerte!

¿Suerte? Suerte buscada y no de varita mágica porque  ella es su hada madrina y quien la agita de manera incansable.
Porque la medida de su éxito, de su plenitud se mide en noches insomnes de escribir y horas de vuelo (muchas).
Porque esto va de emborronar, mancharse, aterrizar y volver a despegar.
Va de notas personales a muchos lectores. De caligrafía pura.
Va de no hacer cajas literarias, sino el cofre del tesoro, va de elegir la palabra correcta para expresar todo lo que lleva dentro: detalle, mimo, toque personal. Y eso es esfuerzo. No es magia ni suerte. La magia viene después.
Va de madrugones, como el de hoy.

Sigo en mi cafetería… Me imagino que hoy ha madrugado para tomar un tren con alas de vuelta a Madrid y estar a tiempo para abrir su librería. Como cada día, porque ni en pandemia cerró. Porque nos cerraron la puerta pero la mujer valiente encontró la ventana.
Imagino que ha pensado que podría dormir un poco, lo sábados en la librería son largos, pero no lo hace porque va leyendo, porque va ideando y soñando despierta nuevas historias.

Su madrugón de hoy no va de vender más libros, sino del compromiso que siente con ella y los demás. De la plenitud buscada, de abrir despacio la puerta de su librería, aspirar su olor y hacer lo que quiso hacer. De encontrarse después con un personaje de su novela.

Por eso a mí el madrugón para escribir este texto me ha sentado tan bien.
Bonito madrugón ese que nos inspira a escribir y que invita a una librería.

2 Comments

  • Begoña

    Tus palabras son tan mágicas como lo es ella. Agradezco a la vida haber encontrado en mi camino gente tan maravillosa como vosotras, seres inspiradores que aprtan felicidad e ilusión a mi vida.
    Gracias a las dos por escribir tan bonito.
    Gracias Laura, gracias Lara

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