Seamos de barrio
Mi barrio es ese lugar en el que hay abuelos al sol y puedes ver a través de ellos toda una vida.
Son niños con sus brazos de mil colores saltando en la plaza. Es un pedacito del Muro de Berlín en medio de un oasis verde que grita libertad y diversidad.
Mi barrio es aquel en el que vas al mercado, reconvertido en gastromercado, Miguel te da a probar cerezas y, si estás embarazada, se las ofrece a Hija 1 porque sabe que no puedes tomar fruta sin lavar.
Es aquel lugar en el que puedes darte el lujo de comprar en vivo y en directo y te llaman por tu nombre, aunque hayas sido un infiel online.
Es Fernando, el pescadero, que sabe más de peces que el National Geographic, y te quita las espinas con pinzas para que hagas la papilla a la niña.
Son todas esas personas que huelen a madrugón en Mercamadrid, que construyen con esfuerzo una vida detrás del mostrador y una sonrisa.
Barrio es Casa. Y Casa son muchas personas. Giuliana en su espacio sagrado de incienso y paz. La tienda de té y sabores del mundo… Es la floristería que abre 365 días del año, menos el 1 de mayo, y tiene un cartel enorme para «emergencias».
Porque puede ser una emergencia mandar un abrazo en forma de flor a alguien que se va o decir te quiero a quien está.
Porque a veces es urgente decir te quiero. Y eso son cosas de barrio, nuestras zonas comunes y mis territorios, aquellos que tejen el día a día del alma.
Por eso es urgente decir: te quiero, Prospe.
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